miércoles, 30 de marzo de 2016

Homenaje al Teatro “El Fisgón”


En sus 30 años de trabajo Creativo (6 y 7 de marzo de 1986—2016)

Sobre ética y moral.

…”En cada memoria, un recuerdo doloroso.”…

La envidia corroe el alma del artista

…“Dédalo no trabaja solo. Lo ayuda Talo, su sobrino y aprendiz, a quien el arquitecto enseñara las artes de la cerámica y la escultura.

Incesantemente,  el joven se inclina con emoción sobre la madera o el barro. Cada vez que observa el espacio virgen suspira, intranquilo, pero feliz. Después penetra ávidamente con las manos incansables en el material y crea.

Tío y sobrino viven en paz, hasta el día en que Talo inventa el torno de alfarero. El muchacho moldeaba una vasija de barro, y como tuviera mucha dificultad en finalizar la obra, encontró más práctico arbitrar un medio para mejorar las condiciones del trabajo antes de seguirlo. Así creo su invento.

Cuando Dédalo ve el torno, se pone pálido de celos. A partir de ese momento, el taller se transforma en la imagen viva de los infiernos: La envidia corroe el alma del artista, aminorando su prístina vitalidad. Talo, mientras tanto, continua produciendo maravillas sin notar la desesperación de su tío.

Pocas días después de creado el torno de alfarero, Talo inventa el serrucho, partiendo de la observación de una culebra muerta que encontró por casualidad en el bosque cercano al taller. Abriendo la boca del reptil, vio las hileras de agudos dientes, que inmediatamente le sugirieron la idea del útil instrumento. El joven copia rápidamente el maxilar de la sierpe en pedazo de hierro y vuelve al taller. Al verlo llegar con el nuevo invento, Dédalo siente crecer a su lado, la amenaza para su propia gloria. Triste, preocupado, se dirige al bosque, creyendo que allí se encontraba el origen de las geniales concepciones de Talo.

El día muere sin que el escultor encuentre la inspiración buscada. Cabizbajo, vuelve a casa y, apenas penetra en ella, se encuentra con su sobrino que sonríe sin parar, como si estuviera enloquecido de felicidad: acaba de inventar el compás.

Dédalo apenas consigue disfrazar su odio hacia el joven que lo supera cada día. Los artesanos de Atenas, beneficiados por el esfuerzo creador de Talo, cuyos inventos le facilitan la producción cotidiana, empiezan a olvidar al gran maestro. Ya casi no mencionan al creador del mástil, de la vela, del nivel utilizado por los albañiles, del machado de los carpinteros. Sus homenajes se dirigen ahora al antiguo aprendiz. Celoso, Dédalo, entre una madrugada y otra, decide matar a su sobrino, sacarse del medio esa tortura constante.

Invita al joven a pasear con él por el recinto del templo de Atenea (Minerva), desde donde se goza de la más hermosa vista de la ciudad (el templo estaba en la Acrópolis, la ciudadela de Atenea, que se alza majestuosamente en medio del llano, y cuyos bordes han sido siempre una magnifica atalaya para gozar de bellos panoramas). Inocentemente, Talo acepta. Al día siguiente parten ambos para el santuario.

Desde lo alto de las sombrías murallas, el maestro arroja al aprendiz al vacío. La ciudad de Atenas no oye el grito de su benefactor. No nota que la sangre de un joven corre generosamente por la tierra.

Desde lo alto, el asesino observa el rostro del muerto: una sonrisa serena continúa jugando en la boca casi adolescente de Talo. En ese momento, Dédalo tal vez haya llorado. Pero como se escondió entre los edificios de la Acrópolis, nadie lo vio verter sus lágrimas.”…

Memoria De Una Traición

(Una página negra en  la historia del Teatro  Antioqueño)

He querido hoy  homenajear este proyecto creativo, artístico y humano de la  “Corporación Artística Teatro El Fisgón”, el cual represento legalmente hace 30 años, publicando un escrito, que llevo guardado desde hace ya buen tiempo, y considero el momento  pertinente de hacerlo público  por la dignidad del sueño creativo que represento. En esta propuesta  individual  que desarrollo ya hace varios años, en el campo de la dramaturgia, la dirección, la actuación, el teatro y la educación, que he denominado “Recuperación De La Memoria Colectiva, Como Trabajo Humano”, enmarco el siguiente recuerdo de mi quehacer teatral. Espero que lo saboreen o me maldigan, por  mis recuerdos de una verdad que han querido tergiversar. Recuerdos de mi interactuar en el medio teatral en Medellín. A todos aquellos que han aplaudido la Farsa y al Farsante. A mis amigos (Que son pocos, casi nadie.) y a mis detractores (Que son muchos).

Corría  el año de 1997, un año crítico para nuestro proyecto creativo, La Corporación Artística Teatro El Fisgón. Poseíamos una sala (Cuba con Palacé.), donde duramos cinco  años haciendo arte. Eramos un equipo de trabajo de cinco personas. En diciembre del año de 1996 se retira un integrante del colectivo, y en enero del año siguiente dos personas más. Es el caos. Quede aparentemente sólo en mi grupo, y en mis manos ansiosas de creador, el último proyecto para realizar: “Alguien Desordena Estas Rosas” (Cuando El Amor Se Niega A Morir), un cuento de Gabriel García Márquez, era el siguiente proyecto que El Teatro El Fisgón enfrentaría en sus sueños creativos. Dadas las condiciones no era posible producirlo en El Fisgón, ¿Con quién hacerlo? Si mis mejores amigos son los muertos. Tuve la idea de recurrir a un vivo “amigo” mío, de los pocos que me quedaban, lo llamaremos Ricardo (“El Mata Príncipes”) era una persona que merecía de mi aprecio, que respetaba como persona y como creador (Pienso hoy en día, que yo no le merecía ni lo uno ni lo otro.) para entonces dirigía El Teatro del Globo, cuando funcionaba en el Sótano. En ese mismo año  visite a Ricardo “El Mata Príncipes” para invitarlo a que formará parte del equipo de creadores y llevar a cabo mi proyecto. Le dije: “Mata Príncipes”, te invito a que hagamos juntos la dramaturgia de un cuento que quiero poner en escena, tú lo diriges y lo producimos a nombre del Teatro del Globo. (¡Fatal error! De alguien que todavía creía en los valores  éticos y morales de un creador, de los que se llaman artistas y humanistas y no en la traición como valor de vida.) Le dije: “Mata Príncipes”, pongo el texto (que ni él conocía, ese día se lo presente.), tengo la actriz Mónica López (Que tampoco conocía, ese día se la presente.), tengo los dos niños actores, Yulieth Correa Gallego y Donoban Orozco Gallego (Que tampoco los conocía, ese día se los presente.), y además le dije que tenía la música del grupo portugués  Madre Deux, que tampoco conocía, (Ese día se la presente. Al otro día, compro en San Diego, todos los CD de Madre Deux), por lo que ven estoy poniendo más del 50% de la propuesta, hasta el momento, del proyecto nada es de él. Para él todo es nuevo y desconocido: el texto, la actriz, los dos niños actores y la música. Efectivamente acepto la propuesta. ¿De quien es la propuesta original? ¿Del “Mata Príncipes” o de Lorza? Hoy en día pienso, que me traiciono y se aprovecho descaradamente de mi proyecto creativo, junto con su séquito de plagiadores (as). Revisando las reseñas de prensa, veo que desde la primera entrevista a la prensa, comenzaba a traicionarme. Hicimos un proyecto en grupo, sobre una idea de montaje que era de propiedad intelectual mía. La obra fue una puesta en escena, ¡hermosísima! porque todo lo que hace teatro El Fisgón es Hermoso, porque ante todo somos creadores, no plagiadores. Al primero que sorprendimos con nuestra creatividad, fue al pobre director “Mata Príncipes”. Que el día que inventamos el manejo del tiempo, estructurando la puesta en escena, en particular Mónica López, con su propuesta de improvisación, de cuando la mujer esta sentada en la silla (Imagen que tomo para su afiche y que no es de él.) y envejece con la aplicación de un elemento plástico, sencillo y  hermoso, como fue el de peinar su cabello, con harina y blanco de zinc, y luego salir vieja y ajada, con el peso de los años, arrastrando con pausada pesadumbre la vieja silla. Un cambio de tiempo hermoso e insólito, “El Mata Príncipes” lloro como un niño, lo conmovimos con nuestra creatividad sincera, pero no aguanto tanta poesía, y fue mejor traicionarnos, lo quería sólo para él, algo que no era de él. Peor que la muerte, como dice Shakespeare, la traición.

Héctor Lorza

6  de febrero de 2012

       

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